martes, 3 de mayo de 2011

EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA

Trabajo, Pan y Circo

Julieta Arias Vázquez

El acontecimiento de este fin de semana fue la boda real británica, que eclipsó la marcha anual del 1 de mayo.  No tengo datos de cuántas personas han acudido en todo el mundo a manifestarse por el día del trabajo. Pero sí de cuantas personas sintonizaron la fastuosa boda: dos millones.  8 mil periodistas cubrieron el evento in situ.  Sin embargo, a la vista del crecimiento de la abstención a nivel mundial, no estaría errada si dedujera que también cada vez menos gente acude el 1 de mayo. 

La gente cada vez está menos interesada en política o luchar por algo. Pero, qué significa ese día para los que sí se manifestaron? Da la impresión de que dicho acto se celebra como algo mecánico, por tradición, como el que va a misa todos los domingos.  Los sindicatos han perdido su identidad originaria, de aquellos días de luchas obreras y reales. Hoy son siervos del mercado y de los respectivos gobiernos. Los sindicalistas “libertados” se apoltronan en sus puestos acostumbrados a vivir de rentas a manos del Estado y hacer de perritos falderos al poder. Es muy bonito sobre el papel legal ver mejoras laborales cuando después en la realidad no se cumplen y la precariedad es la reinante, aquí y allá.

La clase obrera prácticamente ha dejado de existir, y si existe no hay orgullo de ello. Quién estaría orgulloso de ser un muerto de hambre? Porque mucha gente aspira a ser burguesa y propietaria, de cuantas más cosas mejor, y así poder presumir ante el vecino. El culmen del sueño de muchos sería ser príncipe o princesa. Ser un Gillermo o una Kate. Muchos se conformarían con asistir a una gala de tal glamour. Acto al que incluso representantes de dictaduras fueron invitados. Dos ejemplos. Uno de los invitados fue la familia real de Marruecos. Este país es una monarquía absoluta en la que las "elecciones"  son amañadas y el rey designa a los ministros. Los altísimos niveles de corrupción gubernamental y palaciega contrastan con el aplastamiento, tortura y censura a la población, que, impotente,  siente envidia de las revoluciones de sus vecinos. Por no hablar de la ocupación militar ilegal del Sahara, cuyos habitantes se ven obligados a vivir en situaciones de extrema injusticia.

Otro de los invitados, el monarca de Bahrein. Sus habitantes también quieren una revolución democrática para su país, donde la represión, la tortura y el asesinato son también prácticas habituales. La Comisión de Derechos Humanos de la ONU y organismos como Human Rights Watch han condenado estos crímenes. En Bahrein se asienta la Quinta Flota de EE.UU., encargada de asegurar la hegemonía geopolítica de Occidente en la petrolífera región. Así que, a diferencia de Libia, a Estados Unidos no les interesa invadir militarmente ni Marruecos ni Bahrein.

Volviendo al 1 de mayo. En el Distrito Federal  integrantes del CTM -miles de trabajadores- rechazaron la reforma laboral y denunciaron la situación de precariedad salarial y el retroceso en los derechos laborales. Trabajadores somos todos, unos “más obreros” que otros. Y si probablemente la reforma laboral avalada primero por el PRI, y después por el PAN salga a la luz, a ver cuántas personas salen a la calle. Pero es que estos obreros tras una larga y dura jornada laboral no tendrán fuerzas para protestar. Estarán muy entretenidos viendo bodas reales -dígase telenovelas- por la tele. Pan y circo. 

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