Guerra xenófoba en Costa de Marfil: maniqueísmo mediático y neocolonialismo francés
Julieta Arias Vázquez
Las guerras en las que participa Estados Unidos ocupan siempre portadas. Sin embargo, generalmente las guerras en los países africanos -donde Libia es la excepción, debido al petróleo- no despiertan mucho interés mediático, ni generan destacable opinión pública. Este es el caso de Costa de Marfil, envuelta en una guerra civil entre dos bandos dirigidos por dos dirigentes que se consideran a si mismos vencedores de las últimas elecciones, y que simbolizan cada uno de los grupos étnicos del país.
Después de que Gbagbo permaneciera 10 años en el poder se celebran elecciones a finales de 2010, en las que según la Comisión Electoral Independiente -compuesta por observadores de la ONU- resulta ganador el liberal Ouattara -de padres extranjeros-. Sin embargo, el máximo órgano de Justicia del país emitió un fallo declarando a Ggabo vencedor de los comicios, al invalidar más de 500.000 votos provenientes de regiones del norte. De esta forma se ha desatado una cruenta guerra civil donde bombardeos con granada, asesinatos, violanciones, personas quemadas vivas y saqueos se suceden.
Lo que subyace detrás del conflicto en Costa de Marfil son las diferencias étnicas entre cristianos y musulmanes, nacionales e inmigrantes. En los años 90, bajo el presidente Konan Bedié, y posteriormente con Laurent Gbagbo, se crea el concepto de "ivoirité", que incluye como marfileños a las poblaciones de la costa y centro del país, excluyendo a las personas de mayoría musulmana residentes en el norte y oeste. La nueva Constitución del 2000 estipula que sólo los ciudadanos de Costa de Marfil cuyos padres también hayan nacido en este país, pueden participar en las elecciones. Todo ello ha propiciado violencia contra la comunidad musulmana e inmigrante.
Como en la mayoría de guerras, los medios de comunicación y gobiernos varios son maniqueos, estableciendo quién es el bueno y el malo. En esta cuestión parece que el malo es Gbagbo. Sin embargo, si echamos un vistazo a periódicos alternativos a las esferas de poder, encontramos interesantisimos aportes para comprender la complejidad del conflicto. En una entrevista realizada por Democracy Now al analista político de AfricanDiplomacy.com, Gnaka Lagoke, se desprende que también las personas del norte, encabezadas por Ouattara crearon una ideología xenófoba llamada "tabla de los norteños". Lagoke afirma existe un "concepto" ideológico "de división" entre grupos tribales. Tanto Lagoke como Human Rights Watch afirman que también los partidarios de Ouattara perpetran asesinatos, cosa que los medios de comunicación y la comunidad internacional no reportan.
Francia, antigua potencia colonial, era defensora de Gbagbo hasta que se desató un ataque a sus bases en el país. La comunidad internacional defiende que tras las últimas elecciones debe ser Ouattara quien ocupe el poder. Pero no es tan sólo un apoyo moral. En Costa de Marfil se encuentran tropas francesas desplegadas y cascos azules de la ONU, quienes según Lagoke "ofrecen aviones de combate". A pesar de un millón de desplazados y casi 1000 muertos, no se considera una intervención armada, como así ocurrió en la -petrolera- Libia. Cuando Occidente interviene en alguna guerra, es que hay algo que les interesa. En Costa de Marfil no hay recursos energéticos o petrolíferos, sin embargo son los primeros exportadores del mundo de cacao. A este respecto, el profesor marfileño Jean Arsène Yao, en entrevista con el diario El País el 2 de abril, declaró que la importancia del cacao es tal, que "quien controla el cacao, controla la guerra, la política y la economía", de ahí el interés de las fuerzas de Ouattara -de familia empresarial- por controlar el poder político, cuando "ya controlan el comercio y transporte". Arsène Yao afirma que también hay intereses de las multinacionales, ya que Costa de Marfil es un importante mercado que siempre controló Francia, y con la llegada de Gbagbo fueron China, Rusia, Sudáfrica y Brasil quienes han ganado mercado. De esta forma Francia ve en Ouattara "al defensor de sus intereses".
El problema de Costa de Marfil va mucho más allá de una lucha presidencial. El obstáculo a la paz en el país es precisamente el chovinismo y la xenofobia, representados en los dos que se dicen presidentes y sus partidarios. Por otra parte, a alguno le podrá parecer exagerado utilizar la palabra “neocolonización” para describir el despliegue de tropas francesas en el país. Pero me pregunto, y si Costa de Marfil es independiente, qué pinta Francia ahí? Creo que Gbagbo debería marcharse y ceder el poder. Sin embargo, tampoco hay que pasar por alto que también se esconden intereses detrás de Occidente para que Ouattara sea presidente. Y de esto también hay que desconfiar.
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