ENTRE AZUL Y BUENAS NOCHES

¿¿Y CÓMO ESCRIBO??

Por Pepe Vargas.

Cuando recibí la noticia que tenía que escribir una columna, mi mente se llenó de ideas revueltas de emociones que conjuntamente formaban un mundo de temas por escribir… así que tomé un lápiz y una hoja, reflejé mis propuestas en una lista que daría pauta a una sugestión sobre el tema correcto a desarrollar.

La única frase que aparecía en la lista era: ¿y cómo escribo?  Después de cuestionarme dicha incógnita, se extendió una visión sobre el valor correcto de hacer una columna, la responsabilidad que implica dicho ejercicio periodístico, el  uso de la cortesía  que no debía  de llegar al límite de la hipocresía y el  empleo del talento reflejado en una opinión escrita no podía ser el engaño hacia el lector.

¿Cómo hacer que los lectores, al comenzar a leer mi columna, lo que leyeran seria simplemente mi opinión?

Es cierto que la ponencia reflejada en el escrito representa una noticia conocida y trivial por el público, fue ahí como entendí que la importancia de lo que se opina seria la creación de una idea, una crítica, un pensamiento y hasta un movimientos social que se formara en la mente de leyente.

Si mis nervios y dudas de cómo escribir una columna eran grandes, al reflexionar sobre lo analizado creció más y es que el título de cualquier columna admite ser relacionado con la frase “yo creo”, “en opinión de”…  Yo: todo eso carga con una responsabilidad del tamaño de universo. La cuestión no está en poner un simple seudónimo o rubrica,  sino la redacción que incluye una opinión crítica, la cual es tomada de manera tan importante, aun que se trate de una cuestión de modales. Mi terror es entonces la asimilación como columnista y la palabra “yo”, ya que cualquier relación hacia la opinión como diría la popular frase “puede ser usada en mi contra”.

Uno podría escribir sobre algún tema más reciente y popular que el pueblo haya escuchado: narcotráfico en Hidalgo, sobornos en el gobierno federal, pederastía en la iglesia, chismes del espectáculo hasta fenómenos naturales, y es ahí donde entrará mi colaboración como columnista al influenciar en las mentes de los lectores una formación que refleje un pensamiento sobre el tema, sin causar un reflejo de la masa al columnista como única fuente de información objetiva y veraz. No sin antes saber que lo que se escribe sea lo más fidedigno con relación a la noticia.

Leyendo en internet encontré uno de los errores más grandes que comete el columnista al escribir su crítica sobre algún fenómeno social: es que siempre cae en la función de redactar de manera  Mayestáticamente, esto significa a lo relativo a la majestad. Muchas personas, al hablar en público, dicen nosotros en lugar de yo.

Los lingüistas distinguen dos usos de este plural: los que en inglés se denomina plural of social inequality, (estrictamente, mayestático), que proviene de un agrandamiento del yo dentro del nosotros (nosotros = YO + ustedes, ellos); y un plural de modestia, donde se disminuye el yo (nosotros = yo + USTEDES, ELLOS). Por ejemplo: "Nosotros creemos que el país necesita bla bla bla". Es fácil que un delegado del pueblo se convierta en dictador, sin cambiar un pelo su discurso, que más aun que un columnista opinando sobre un tema a las masas.

Algunos columnistas  enfrentan con valentía el problema usando generosamente el “yo”, esperando aprender de ellos  y poder explicitar que se trata una opinión personal. De tal modo que como seudo-periodista debo de esforzarme por lograr una redacción exenta de primeras personas, suponiendo que los lectores son conscientes de que la columna expresa opiniones del columnista. Pues hay cierta agresividad penosa en hacer notar esa verdad evidente: que lo que se escribe es una opinión de quien escribe.

Yo quería asumir hoy la primera persona para trasmitir una experiencia que exige esa forma objetiva  y lo más completa  al  sujeto, pero se me fue el espacio en explicar ese cambio de estilo, de manera que lo dejo para la próxima.