martes, 1 de marzo de 2011

EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA

Agitación 2.0


Por Julieta Arias Vázquez.
Decir que la revolución egipcia fue 2.0  sería mucho decir, si tenemos en cuenta que menos del 20% de la población tiene acceso a Internet. Ello demuestra que a pesar de que los nuevos tiempos imponen pasar parte de la vida en un mundo virtual, las revoluciones todavía se ganan en el mundo real, es decir, en la calle. Sin embargo no hay que menospreciar una nueva forma de agitación política, la agitación 2.0.  

En el caso egipcio que nos atañe,  es interesante subrayar que quienes han catapultado la revolución han sido precisamente un grupo de jóvenes activistas denominados “Jóvenes del 6 de Abril”. Y sí, parece que todo comenzó con una convocatoria a través de Facebook, que una semana después se convirtió en una marcha de millones de personas sobre la plaza Tahrir -que significa en árabe “libertad”-.

Hosni Mubarak, consciente de la importancia de las nuevas tecnologías, utilizó también  medios  tecnológicos  para aferrarse al poder. Durante varios días cortó el acceso a Internet, obligó a las compañías telefónicas a enviar SMS con propaganda a favor del dictador, y en cada programa de la televisión estatal se difundió que los manifestantes eran enviados de Hamas a Egipto.

Pero veamos algunas de las ofensivas de la agitación 2.0. Todas las convocatorias, hasta el cierre de Internet, se realizaron vía Facebook. Incluso empresas como Google y Twitter  enarbolaron la causa revolucionaria, así, y además con la ayuda de hackers, los egipcios pudieron utilizar viejas tecnologías como el fax o emisoras de radioaficionados para hacer llegar su mensaje a la red. Google, por ejemplo, habilitó números de teléfono donde los egipcios podían llamar desde un teléfono fijo. Un programa creado por estas dos empresas convertía un mensaje de voz en un texto automáticamente, que podía ser publicado en Twitter. Así mismo, un colectivo denominado  “Anonymous” lanzó una ofensiva contra las principales páginas gubernamentales, logrando que por ejemplo, la página del Ministerio de Interior quedara durante un día inaccesible. 

La revolución costó la vida a 365 personas que perecieron por la libertad.  Ni los matones salidos de la cárcel enviados por Mubarak pudieron evitar que el poder del pueblo -democracia, le llaman- se manifestara. Estados Unidos, Israel y Europa, que se llenan la boca hablando de democracia y después apoyan a regímenes autocráticos como éste en nombre de la “guerra contra el terror”, no les queda más remedio que tragar saliva  y aceptar lo inevitable. De todas formas es de esperar que Estados Unidos  no se quede de brazos cruzados para ver qué sucede, sino que intentarán mover ficha. Mientras no lleguen las elecciones democráticas, previstas para dentro de seis meses, se queda al cargo del país Egipto el Ejército. El mismo que se nutre de 1.300 millones de dólares anuales provenientes de Washington.

Una revolución es una cosa muy bonita. Pero luego lo complicado es llevar a cabo una transición que deje atrás la herencia del régimen derrocado.  Los manifestantes ahora reclaman que Mubarak sea llevado ante los tribunales y que sus bienes y los de su familia sean confistacados por el Estado. Una reivindicación legítima pero que no tendrá lugar, ya que el dictador y su familia se habrán asegurado bien las ganancias expropiadas del pueblo en paraísos fiscales. 

En efecto, la revolución se ganó “a la antigua”, pero la agitación  fue 2.0. La revolución tecnológica ha dotado de nuevas armas a los más jóvenes. Sólo hace falta que los jóvenes sepan utilizar las posibilidades de las redes sociales para algo más que subir fotos y comentar la borrachera de turno.

1 comentario:

  1. jo, que guay me hace ilusion ver publicados mis artículos jijiji, ojalá fuera en un periódico de verdad!! buen finde companer@s! yo estoy aca griposa!!!

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