Agencia Espacial Mexicana: Negocio particular o beneficio para el pueblo
Fannia Cadena
Ante las décadas de retraso en investigación espacial, México se ve en la necesidad de invertir en un espacio donde se desarrolle la ciencia y tecnología. Lo que se planea, se materialice en una agencia espacial dedicada a la observación del territorio, de la meteorología, y de los recursos naturales. Impulsando la robótica, la electrónica, la percepción remota, el desarrollo de nano materiales y software espacial. Hidalgo, por su ubicación geográfica, su conexión entre el Golfo y el Pacífico, su cercanía con el D.F. y su altiplanicie es el lugar idóneo para la agencia espacial.
El proyecto está asentado en Tulancingo, Hidalgo; lugar de suelo firme y clima seco que evita el salitre en los equipos. Rodeado por una cadena montañosa que lo protege de interferencias de microondas, Tulancingo se aventajó sobre otras posibles regiones. Quizá imaginamos que una agencia espacial es exclusivamente para hacer y enviar cohetes al espacio o fabricar materiales fuera de la Tierra, sin embargo, estas no son las únicas funciones de una agencia espacial.
Para la observación del territorio es requerida la construcción de satélites, que sean capaces de pronosticar terremotos y su intensidad; otro objetivo es la participación en la conclusión de la Estación Espacial Internacional, la formación de recursos humanos y productos que son resultado de la tecnología aéreo-espacial y que resultan útiles a empresas y a la sociedad en general.
Pero da la casualidad de que Hidalgo, la entidad responsable del desarrollo aeroespacial, se encuentra bajo el conflicto de 2 grupos que se enfrentan para dirigir la Agencia Espacial. De un lado empresarios hidalguenses y del otro, la comunidad científica.
El empresario Fernando De la Peña Llaca lidera el grupo de inversionistas y empresarios hidalguenses, que con el apoyo de políticos de Hidalgo pugna por apropiarse de la agencia y establecerla en Tulancingo. Aunque el decreto presidencial señale que se establecerá en la Ciudad de México. Más que impulsar el desarrollo científico, pretende establecer un complejo turístico.
El dirigente de los empresarios afirmó que invertirá 120 millones de dólares en la construcción de plataformas de lanzamiento, pistas de aterrizaje y en una unidad destinada a realizar viajes turísticos al espacio, estructuras con las que contaría la agencia que De la Peña denominó “AEXA”.
El otro grupo se conforma por ingenieros y científicos de las instituciones académicas más importantes del país y es dirigido por el primer astronauta mexicano: Rodolfo Neri Vela. Ellos atribuyeron la intensa autopromoción de De la Peña para que el presidente Felipe Calderón lo nombre director de la agencia y la sede se ubique en Tulancingo, a su interés de lucro y visión netamente empresarial.
Entre el grupo de científicos está Gerardo Bravo, exdirector de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); el astrónomo José Franco, vicepresidente de la Academia Mexicana de Ciencias; el doctor Salvador Landeros Lomelí, directivos del Concejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Neri Vela argumentó que De la Peña no tiene experiencia ni relación con la comunidad científica. Además lo acusa de hacer preacuerdos con el mandatario de Quintana Roo, Félix González Canto, para que su gobierno invierta 120 millones de dólares y la agencia tenga una sede en Chetumal.
Gerardo Bravo explicó que hay un solo proyecto de agencia espacial, con visión institucional, profesional y seria. “La otra visión que se llama AEXA se encuentra fuera de la realidad. Eso confunde y le resta seriedad a la idea”. Es criticable el proyecto de turismo espacial porque no se requieren viajes turísticos, sino articular una planta de científicos y una plataforma para generar nuestra propia tecnología espacial.
Una voz más, la del doctor José Franco, argumentó que la agencia espacial es un proyecto nacional que requiere de conocimiento y visión de futuro. El grupo de ingenieros y científicos considera que además de investigaciones, la agencia debe ser capaz de desarrollar tecnología propia para el beneficio y consumo humano; como la tecnología médica, satélites de aplicación para telecomunicaciones, obtener precisión para prever cambios climáticos, sismos, diagnosticar desastres naturales, monitorear el calentamiento global y zonas para cultivo de alimentos.
En el mundo hay alrededor de 40 agencias espaciales. México no tiene una, siendo que estamos colocados en las primeras 15 potencias económicas del mundo; lo que transluce el abandono de la tecnología y evidencia la crisis económica que merma la inversión en las ciencias. Es improcedente que se discutiera su creación cuando en otros países son evidentes sus múltiples beneficios; como el de facilitar las actividades industriales, comerciales y primarias.
Para nuestra desgracia, México depende tecnológicamente de otros países que cuentan con su propia infraestructura. Pero si le diéramos prioridad al estudio y creación de tecnología espacial, notaríamos el bien que produce no solo en el campo de la astronomía, también en la medicina, la agricultura, las telecomunicaciones, el sector industrial y otros. Se aplicarían las nuevas tecnologías, orientándolas al progreso de las principales actividades de los mexicanos, impulsando así fuentes de trabajo y la economía.
México tiene la decisión de alcanzar lugares competitivos mundialmente y levantar el vuelo, o permanecer en las filas de los países rezagados. Demostrado está en otros países, que la ciencia es la herramienta que guía hacia el progreso. Una ideología que siempre mira hacia el futuro, es lo que realmente se necesita, no la producción de más empresarios enriquecidos a costillas del pueblo. Hace falta convencerse de que la ciencia es el combustible que hará levantar al país.
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