¿QUÉ LE DUELE AL MUNDO?

La podredumbre de la fiesta brava

Fannia Cadena

Cuando se trata de divertirse a costillas de otros o de hacer negocios a costa de los demás, resulta inevitable voltear a ver las corridas de toros. El negocio salvaje llamado “fiesta brava” es aceptado por gran parte de la población y continua realizándose, siendo una práctica sanguinaria lo que tanto entretiene al público que asiste.

Tal vez muchas personas que asisten a esta tradicional fiesta no tienen ni idea de lo que padecen estos animales. Es evidente que el toro sale a pelear indefenso, mientras que los toreros se auxilian de espadas, capas, banderillas, cuchillos, picadores y ayudantes. Que la injusticia sea vista como algo valido y normal en una batalla de un animal y un individuo, es sin duda enfermizo. Denota un complejo de inferioridad del torero al tener que ayudarse de muchos elementos para combatir con un toro.

Es probable que la mayoría de los aficionados a este “deporte”, no sepan que les hacen a los toros antes de la corrida. ¿Sabrán los que se emocionan en las corridas, que a los toros les untan vaselina en los ojos para nublarles la visión? ¿Conocían de la dificultad para respirar del toro al tener algodón o estopa en su nariz y garganta? ¿Estarán consientes de que al toro le dejan caer tablones en los riñones y lo golpean con sacos de arena para agotarlo? ¿Tendrán idea del ardor que siente el toro en las patas por el aguarrás que le untan para que no pueda estar quieto?

Quizá después de enterarse de las condiciones en las que sale el toro a la corrida, se concienticen sobre el infrahumano comportamiento de quienes torean y de los espectadores. Primeramente la eliminación de los animales se ha presentado en la historia de la humanidad como un acto de defensa propia y por la búsqueda de alimento para sobrevivir, no para diversión. El hombre parece –lamentablemente- ser más bruto que un toro.

Los cuernos, es lo único que tienen los toros para defenderse y son a la vez sus antenas que los hacen sensibles ante los peligros. Pero por supuesto que el torero –valeroso pero cauteloso-, no sale con tal desventaja: Antes le afeitan o liman los cuernos al toro (Aunque esté prohibido hacer eso en España). De hecho, el presidente del colegio de veterinarios de España, admitió que 90% de los toros son disminuidos en sus capacidades porque les afeitan o liman su única arma.

Tan solo de ver cómo se divierte una muchedumbre a costillas de unos animales indefensos, es horrorizante. Es grave que a tantas personas les pueda parecer divertido esto y otras humillaciones que les hacen a los animales como los gallos, que son obligados a matarse entre sí en las apuestas de “gallos de pelea”.

Los defensores del toreo, argumentan que se trata de un arte, de una bella tradición que lleva siglos en España. Pero lo antiguo que sea no es justificación para seguir practicándolo. Bajo la lógica de que es una tradición que hay que conservar, se seguiría dando circo en el coliseo romano de Italia, seguiría la santa inquisición quemando herejes en el mundo y en México continuarían con la tradición de los sacrificios humanos.

Gran parte de que persistan las sangrientas corridas de toros en México, se debe a la falta de educación del mexicano. Las corridas de toros son, como las peleas de gallos y otras crueldades, la parte más obscura y avergonzante de la humanidad. Muestra la podredumbre del ser humano, es algo que, a mi juicio, debería ser borrado de la faz de la Tierra, algo que nunca debió de existir.

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